Sobre la violencia de género
¿Qué es la violencia de género?

Se entiende violencia contra la mujer a todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, psíquico o sexual, incluyendo las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se da en la vida pública como en la privada.

¿Porqué se produce la violencia doméstica?

Es un recurso para ejercer el control y el dominio sobre la mujer. Sus razones son profundas y son de carácter estructural, la ideología de la superioridad del hombre, generalmente aceptada también por la mujer, y la internalización de dos roles muy diferenciados hacen que se produzca este fenómeno. Los hombres que ejercen la violencia pueden tener más o menos educación /recursos económicos, al igual que las mujeres que la sufren. Su característica fundamental es el mantenimiento de las creencias patriarcales en la superioridad masculina.

Antecedentes históricos:

Si consideramos nuestro origen animal, la imposición del poder mediante la fuerza no es algo para nada extraño. El dominio del hombre-macho sobre los objetos-armas, sobre el territorio y más tarde o paralelamente sobre la mujer y su prole ha sido parte de nuestra evolución como especie.

La organización jerárquica de nuestro grupo humano mediante el uso de la fuerza ha colocado a la mujer en un lugar curioso. Por un lado ha sido envidiada por el hombre por su capacidad de procrear, considerada un bien y un tesoro y a la vez ha sido tratada como objeto de cambio y muestra de poder, fortaleza y por tanto de hombría desde tiempos inmemoriales. Somos importantísimas y a la vez hemos sido cosificadas y sujetas al uso del más fuerte, esclavizadas por queridas y temidas. No es de extrañar que el discurso del maltratador sea bastante parecido, “me debes obedecer, yo soy aquí el que manda, pero no puedo vivir sin ti, eres lo más importante para mí”.

Provenimos de ahí, de un lugar animal, de la victoria de la ley del más fuerte, por tanto la mujer que pasa estadíos de gran vulnerabilidad frente al hombre en el momento del embarazo y la crianza, fue considerada débil y dependiente y ahí nos hemos quedado hasta el siglo pasado. Ese es el orden patriarcal en el que hemos estado viviendo, el poder es del hombre, el hombre es el jefe y la mujer su sombra.

La mujer como sustentadora de otro discurso pero sin fuerza física, ni necesidad de usarla para imponerlo, se ve relegada a un plano de silencio y sumisión. A ojos del macho criado dentro de este sistema impositivo le aparece como tonta, sin fuerza, sin inteligencia, y con argumentos débiles y sensiblones.

Este sistema patriarcal es el que hemos estado soportando de forma institucionalizada hasta apenas hace nada. La mujer empieza a quejarse de su opresión desde la

Revolución Francesa, pero solo en el siglo XX empieza a ser considerada como ciudadana de pleno derecho en las sociedades democráticas.

Con la instauración de la democracia el patriarcado ha perdido su legitimidad, pero las mentalidades siguen siendo patriarcales.
Con el derrumbe de la legitimidad del patriarcado, asistimos al hundimiento de su aparato ideológico, se comienza a cuestionar el poder de los hombres sobre las mujeres, y por tanto deja de ser legítima la violencia de género como aspecto estructural del orden social.
Estamos en plena etapa de transición, en la cual el patriarcado ya no tiene vigencia legítima, pero ciertos hombres se resisten a perder su lugar de privilegio simbólico.

En cierta forma su resistencia a desaparecer es la que explica la brutalidad de ciertas formas de violencia que se ejercen sobre las mujeres.
La violencia ha existido siempre, solo que hace poco tiempo que provoca rechazo y oposición. Desde que la mujer cuestiona el poder del hombre sobre ella como un sistema legítimo de dominación, las instituciones que la sustentan van cayendo una tras otra.
Una vez que desde el punto de vista político se declara la igualdad entre hombres y mujeres, la existencia de la violencia de género deja de tener sentido y legitimidad. Se ha pasado de la tradición al crimen. Las mujeres dejan de estar confinadas en el silencio del ámbito privado. Las agresiones de los hombres contra las mujeres ya no son vistas como proezas, ni como rasgos necesarios del orden social, sino como violaciones de los derechos individuales y como crímenes. Continúan siendo un arma de guerra y un arma contra las mujeres pero esos actos ya están repudiados ideológicamente, y ya no pueden ser objeto de vanagloria.

Violencia en los ámbitos familiar doméstico y afectivo
Causas y consecuencias

La forma más frecuente de violencia familiar es el maltrato inflingido a la esposa, si bien hay otras formas de maltrato en el ámbito de las relaciones familiares y afectivas.

La forma más frecuente es la combinación entre maltrato físico y/o psíquico y/o sexual del marido o compañero hacia la mujer, pero la violencia puede provenir de otros miembros de la familia, como el padre, los hermanos y otros parientes y también puede ser física, psíquica o sexual.

-Violencia conyugal:

Es una forma de llevar a término, en el ámbito individual, el mandato del código patriarcal, que decreta la sumisión de las mujeres al poder de los hombres. En la mayoría de las sociedades se considera que esta violencia es un asunto privado, se lleva en secreto, y es visto simbólicamente como una forma de mantenimiento del orden social.

-Matrimonio forzoso:

En muchas sociedades todavía se obliga a la mujer a contraer matrimonio con alguien al cual no desea debido a intereses familiares. De una forma más solapada en nuestra sociedad también se da este fenómeno en el momento en el que el padre no legitima una unión y la hija se ve relegada al desprecio familiar, al alejamiento de sus miembros, o a ser objeto de burla o desprecio por los mismos.

-Incesto o abuso sexual:

El abuso sexual de niñas y en menor medida de niños, es una realidad que ha existido de manera ancestral y que se continúa repitiendo como la forma más oculta de la violencia de género.

La fuerza y la autoridad, el miedo y la dependencia total en que muchas veces se encuentran las víctimas respecto del agresor las hacen sumamente vulnerables y escasamente autónomas delante de esta forma máxima de maltrato y sometimiento .Las menores tienen todavía menos recursos que las mujeres adultas para denunciar o enfrentarse a la violencia de que son objeto. Hasta hace muy poco la autoridad paterna era incuestionable. La sociedad no entraba a investigar que pasaba dentro de los hogares, en los cuales la única autoridad reconocida era el padre.

Normalmente hay pocas denuncias y en casi la mayoría de los casos se retiran, ya que el agresor suele ser el proveedor económico de la casa. Otras veces no se trata del padre, sino de un tío un abuelo u otro pariente y la tendencia al secretismo funciona de manera parecida. La incidencia de estos abusos se conoce indirectamente y muchas veces cuando hace mucho tiempo que ha ocurrido, de manera que las secuelas psicológicas de las mujeres que los han sufrido muchas veces ya han producido estragos en sus vidas.

-Crímenes en defensa del honor:

La costumbre de castigar o incluso matar a las mujeres en defensa del honor de la familia ha sido una de las formas tradicionales de la violencia de género.

Según el código patriarcal la castidad de las mujeres es la garantía del honor de sus padres o maridos, y se considera legítimo que estos castiguen o maten a la joven que pierde su virginidad, o a la esposa que ha cometido adulterio.

Es también una defensa del honor cuando un hombre mata a su novia o su mujer para evitar que le abandone cuando ella expresa el deseo de hacerlo.

Tipos de violencia doméstica:Física, psíquica y sexual

En los casos de violencia doméstica suelen coexistir múltiples formas de maltrato que se refuerzan mutuamente, la violencia física siempre contiene elementos de violencia emocional, la violencia emocional muchas veces viene acompañada de amenazas de violencia física, y la violencia sexual está impregnada de violencia emocional y física, pero voy a intentar describirlas de forma separada.

Cuando nos referimos a un tipo de agresión u otra no nos referimos a los daños recibidos por parte de la mujer, sino al tipo de agresión que parte del hombre.

-Violencia Física:

Es el uso de la fuerza contra el cuerpo de otra persona. Se entiende por maltrato físico cualquier conducta que suponga agresión física contra la mujer. Acoge un conjunto de acciones, como empujones, bofetadas, patadas, estrangulaciones…que pueden ser realizadas con objetos contundentes, con un palo, con un cinturón o ser efectuados con armas blancas, u otros objetos cortantes.
El mal se puede graduar según la intencionalidad y el daño causado.

La violencia física es la forma más evidente de maltrato doméstico. Es la más difícil de esconder, la que deja secuelas de manera inmediata, y sus víctimas no pueden ni minimizarla ni excusarla fácilmente. La visibilidad de las agresiones físicas, por otro lado permite a la víctima tomar conciencia más fácilmente y pedir ayuda.

Otra forma de maltrato físico que queda recogida en la legislación es el maltrato por omisión de asistencia y ayuda en situaciones en las cuales la salud de la mujer esté en peligro. Esta forma de maltrato también se dá con niños y con personas mayores.
La violencia física no aparece casi nunca sin manifestaciones de menosprecio o maltrato psíquico.

La combinación de abuso físico y psicológico que se acostumbra a dar en la mayoría de los casos es un problema a la hora de delimitar y de hacer visible la violencia doméstica, además de las circunstancias tan complejas que se derivan de la relación tan íntima y permanente entre el agresor y la víctima.

-Violencia Psíquica:

Es cualquier conducta que está orientada a la desvalorización de la otra persona. El maltrato psíquico causa sufrimiento y es tan nocivo o más que el maltrato físico, ya que causa el deterioro físico y mental de la víctima.

La agresión psíquica se lleva a cabo mediante manipulaciones emocionales que se manifiestan en forma de menosprecio, humillación o culpabilización, y que tienen el efecto de reducir la autoestima y la seguridad en sí misma de la mujer.

Son formas de violencia psíquica las que se manifiestan con el menosprecio en relación a las opiniones, el trabajo o las actividades realizadas por la mujer. También la indiferencia respecto a sus necesidades y la falta total de atención, son una forma de violencia psíquica.

Formas de desvalorización:
Desvalorización personal:

Se desvaloriza a la mujer respecto de lo que hace y en cuanto a la relación interpersonal, por ejemplo se hace el sordo a lo que se le dice, no tiene en cuenta tu opinión, no escucha tus peticiones, no tiene en cuenta tus necesidades. La desvalorización se puede reflejar en el menosprecio del trabajo que realiza la mujer y por sus actividades, le dice que todas las cosas que hace están mal.

-Desvalorización social:

es la forma de violencia psíquica que se ejerce a través de formas de menosprecio que provienen de convencer a la mujer del escaso valor social que tiene por sí misma en la sociedad. Expresiones tales como dónde irás sin mí, no puedes hacer nada sin mí, tu vives de mi dinero.

-Desvalorización indirecta:

Es la que se produce a través de las personas más queridas o de los objetos más apreciados. Delante de los hijos dice cosas para hacerla quedar mal, menosprecia o grita a sus hijos, no respeta sus objetos personales.

-Desvalorización espiritual:

Ironiza sobre el sistema de creencias, religiosas, políticas, pertenecer a alguna asociación.

Otra forma es la violencia de rol o control patriarcal, que se caracteriza por el hecho de ser una conducta encaminada a controlar las actividades de la mujer en su tiempo, sus relaciones, su trabajo, y sus medios de subsistencia. Su objetivo es limitar al máximo su autonomía personal y erosionar su autoestima e iniciativa propia, con la finalidad de convertirla en un ser pasivo y dócil, y obligan a cumplir de forma inflexible un rol de dependencia personal y económica respecto del hombre.

Estas conductas se basan en las ideas que asignan rígidamente a las mujeres todas las responsabilidades domésticas, con lo cual intentan reforzar el sentido de servicio al hombre y de sometimiento al estereotipo femenino tradicional.

-Formas control:

Control personal: Le impide ver a su familia o tener relaciones con amigos, vecinos, decide que cosas puedes hacer o no, controla los horarios Se enfada sin explicar la razón.
Control doméstico: Se enfada si las cosas de la casa no están hechas, si no le haces la comida que él quiere, hace que te sientas mala ama de casa.

Control económico:

No te deja trabajar o estudiar, te quita el dinero que ganas o no te dá lo suficiente para mantenerte.

A medio camino entre la violencia física y psíquica están las amenazas y coacciones, a través de las cuales se imponen ciertas conductas de sumisión, obediencia, aislamiento o control. También se deben ubicar aquí las actitudes de hostilidad, las recriminaciones y los insultos, que si bien suelen presentarse como agresiones verbales, se sitúan muy cerca de la violencia física. Las amenazas, están recogidas como delito en la legislación actual. Es un instrumento que mantiene el miedo y este miedo es la base fundamental de la sumisión y la obediencia. Guiadas por el temor, las mujeres víctimas de violencia no se atreven a hacer lo que desean y tan solo evitan el desencadenamiento de la violencia. Se doblegan a las exigencias del agresor para evitar sus posibles ataques de ira si hacen lo que ellas quieren hacer.

-Violencia Sexual:

La violencia sexual se ejerce sobre presiones físicas o psíquicas que imponen relaciones sexuales no deseadas mediante la coacción, la intimidación o la indefensión.
El maltrato sexual se produce cuando se obliga a la mujer a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, o de una manera no querida por ella,, sea por la fuerza o por medio de coacciones. Este tipo de violencia se podría incorporar a la violencia física, pero se diferencia de ésta en el hecho que el objeto del abuso es la libertad sexual de la mujer, y no tanto su integridad física.. La legislación recoge esta violencia como delitos contra la libertad sexual, con la cual cosa reconoce su carácter especial, que protege el bien jurídico de la autonomía moral de disponer del propio cuerpo y no ver coartada esta libertad.
Las vías más comunes de presión son tres: La amenaza implícita o explícita de agredir o forzar a la mujer si no accede a los deseos de su pareja, la coerción social por la cual se presiona a la mujer para que cumpla las expectativas de su rol de género, y la coacción personal, como las amenazas de infidelidad, control del dinero, abandono etc.
Una práctica muy habitual entre los maltratadores es utilizar las relaciones sexuales como muestra de reconciliación o como muestra de castigo.

El maltrato propiamente dicho comienza con la llamada violencia continuada, el objetivo de la cual no es provocar una lesión, sino conseguir el sometimiento, y su pronóstico es de perpetuación. El conflicto es un mecanismo de dominación unidireccional y no requiere ningún tipo de acción o reacción por parte de la víctima para que se produzca. Se trata de una violencia contínua y latente que se manifiesta periódicamente y va acompañada de amenazas. No hace falta que haya provocación o circunstancia especial para que se dén las agresiones, lo cual indica que el control está en manos del violento. Si la violencia continuada se agrava pasamos a la violencia progresiva, en la cual se producen saltos de gravedad creciente, y se puede llegar a la violencia indiscriminada, en la cual el agresor reacciona de una manera incontenida delante de una amenaza de pérdida de control. Las agresiones adquieren más intensidad cuando se producen circunstancias extraordinarias en las relaciones, como en el caso que la mujer se quiera separar del agresor.

Consecuencias:
Estrés post-traumático:

Se trata de un daño que se presenta en forma de miedo incontrolado, que se repite cada vez que alguna cosa recuerda la experiencia vivida.

Cabe destacar que no solamente la mujer víctima desarrolle este trauma, sino también los hijos que presencien la violencia.
Se caracteriza principalmente por tres síntomas:

La reexperimentación del suceso, el intento de olvidarlo y la intranquilidad.
El síntoma más inmediato es que el suceso que lo ha desencadenado se reexperimenta a través de sueños, de recuerdos, a través de flashbacks, que hacen revivir el suceso en forma de malestar físico. Seguidamente la persona trata de evitar los estímulos asociados al trauma, la persona intenta eludir pensamientos, actividades o personas relacionadas con el trauma, se desentiende de actividades anteriores y se aliena respecto de otros, les domina una sensación de un futuro desolador. Finalmente la mujer también experimenta un aumento de la inquietud, de una manera inexistente antes del trauma, insomnio, irritabilidad, incapacidad para concentrarse, hipervigilancia, reacciones exageradas. Como resultado de estos síntomas se manifiestan problemas sociales y laborales. No se desenvuelve con normalidad en la actividad cotidiana.

Síndrome de la mujer maltratada:

Aparece como consecuencia del hecho de estar expuesta a una relación a una relación de maltrato repetido de forma intermitente. La víctima experimenta un complejo primario, caracterizado por síntomas traumáticos: ansiedad, hipervigilacia, reexperimentación del trauma, recuerdos recurrentes e intrusivos y debilitamiento emocional. Su autoestima se deteriora tanto que puede desarrollar una indefensión aprendida, es decir, da una respuesta autodestructiva a la violencia.

La víctima también acostumbra a tener un complejo secundario de síntomas, que se caracterizan por el autoengaño de idealizar al maltratador y creer que dejará de agredirla. También se puede incluir aquí una reacción de rechazo o minimización del peligro que corre. Hasta puede llegar a suprimir la ira contra el agresor, después de exculparlo previamente de sus ataques.
La mujer con síndrome suele tener un elevado nivel de ansiedad, la cual llega a manifestarse en forma de fobias como el miedo a salir de casa y a tener ataques de pánico.

Una de las estrategias para más comunes para evadirse de los síntomas del estrés post traumático o del síndrome de la mujer maltratada es el consumo contínuo de sustancias tóxicas, como tranquilizantes, ansiolíticos o alcohol, que muchas veces se convierten en adicciones. También es muy frecuente que desarrollen trastornos obsesivos, obsesivo compulsivos, obesidad, anorexia o bulimia. Estos síntomas se agravan cuando la mujer sigue conviviendo con el agresor, y en estos casos la ansiedad o hipervigilancia que genera el miedo constante es difícil de superar.

Depresión:

La violencia es muy eficaz a la hora de conseguir los objetivos que persigue, que son fundamentalmente limitar la libertad y la capacidad de actuación de las víctimas mediante el terror. Los mecanismos que pone en marcha reducen de forma paralela las defensas psicológicas de la mujer, que frecuentemente pasa a un cuadro de debilidad psíquica, y deterioro de toda su personalidad. La mujer experimenta una disminución de los recursos personales a causa del acobardamiento que se apodera de ella , la cual cosa hace que frecuentemente pierda su asertividad y se vuelva sumamente complaciente con los deseos de los demás. La depresión aumenta la inseguridad, y juntamente con esta, la incapacidad de tomar decisiones. Hay una reducción del rendimiento laboral y de la capacidad de concentrarse.
La violencia doméstica actúa como un inhibidor de las relaciones sociales. Aisla a la mujer delante del refuerzo emocional positivo y soporte social, un resultado que sedá muy frecuentemente es que ésta caiga en una depresión. En lo que al principio ha estado una influencia negativa de su pareja que la menosprecia, la critica y la desvaloriza, acaba convirtiéndose en una desvaloración interior que permite que la relación se mantenga.

La erosión de la autoestima de la mujer acostumbra a presentarse unida a un debilitamiento de la capacidad cognitiva mediante mecanismos de defensa que intentan dar un sentido a la violencia o bien distanciarse de manera ficticia, la negación o la minimización es un mecanismo de adaptación que tiende a negar la realidad del maltrato, a autoengañarse. Sobre la base de la victimización contínua muchas mujeres tienden a disociarse de la experiencia física que sufren, a no estar presente en las agresiones y a la larga esto produce una desconexión entre lo que piensan y lo que sienten.

La autoinculpación que realizan muchas mujeres es otra estrategia protectora que las hace mantenerse en esta situación sin tener que romperla pero a la larga su riesgo vital aumenta y su salud psíquica se va deteriorando irremediablemente.
Cuando la depresión es profunda se pueden producir tendencias suicidas que pueden conducir a la muerte.
Según Consuelo Barea también se puede dar el Síndrome de Estocolmo.

Opciones de la mujer maltratada:

Tres opciones claras, hacer frente, denunciarla, o abandonar el espacio de agresión.
Según C.B.
Hacer frente:
Mediante la defensa personal?
-Abre una cuenta bancaria.
-Deja dinero, un juego de llaves adicional, copias de documentos importantes, medicinas y ropa adicional a alguna persona de confianza.
-Mantén siempre a mano un número de la asistenta social para que pueda solicitarte un espacio en una casa de acogida, o un hotel.
-Si tienes animales domésticos, planea si alguien los puede cuidar.
Si te quedas en tu casa cambia la cerradura y asegúrate de que cierren bien las ventanas.
-Haz un plan seguridad con tus hijos para cuando no estés con ellos.
-Informa a la escuela de la situación.
-Informa a tus vecinos de que ya no vives con él, y que deben llamar a la policía si lo ven cerca de tu casa.
Pide a la compañía de teléfono que te den un número totalmente privado y que no se publique.
-Nunca llames al maltratador desde tu casa, ya que él podría descubrir el teléfono y la dirección.

Denunciarla:

Abandonar el espacio de agresión:
-Practica como salir de casa con seguridad. Identifica que puertas, ventanas etc deberías usar.
-Ten una maleta lista en casa de algún amigo o familiar
-Identifica con que vecinos puedes hablar de esta situación y tenles avisados de que llamen a la policía si oyen gritos.
-Ten una palabra clave para usar con los niños si teneis que salir corriendo del domicilio familiar.
-Decide y planea adonde irás si tienes que dejar el hogar.

Bibliografía:

*La violencia domestica, informe sobre los malos tratos de mujeres en España, Ines Alberdi, Natalia Matas.

Escrito por: Susana Soria Maurel
Estudió Psicología Clínica en la Universidad Central de Barcelona, licenciándose en el año 1986 y ejerce como psicoterapeuta desde entonces. Se ha especializado en el tratamiento del Trauma, aplicando una metodología que permite agilizar la resolución de los conflictos internos, teniendo siempre presente la relación entre la mente, el cuerpo, y la esencia de la persona.
Autora: Susana Soria Maurel
Estudió Psicología Clínica en la Universidad Central de Barcelona, licenciándose en el año 1986 y ejerce como psicoterapeuta desde entonces. Se ha especializado en el tratamiento del Trauma, aplicando una metodología que permite agilizar la resolución de los conflictos internos, teniendo siempre presente la relación entre la mente, el cuerpo, y la esencia de la persona.

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